Historia del béisbol en la República Dominicana
Historia del béisbol
en la República Dominicana
En el territorio nacional el béisbol se inicia a
finales del XIX. No hay consenso sobre la fecha exacta, pero se sabe que en la
última década del citado siglo reducidos grupos de personas practicaban ese
deporte.
El primer equipo formalmente establecido es el Ozama,
al que le siguen pronto otras novenas. Es que la popularidad del juego creció
rápidamente, ya que la población vio en él una forma para descargar las
frustraciones causadas por los conflictos políticos y económicos que mantenían
al país en constante inestabilidad.
Para inicios de la década del XX ya el valor de los
jugadores dominicanos es reconocido en otros países. En el 22, el lanzador
Baldomero Ureña (Mero) es contratado por el equipo Ponce de Puerto Rico y poco
tiempo después, en el 1925, se convierte en el primer pelotero criollo en ser
llamado a jugar con un equipo norteamericano, el Allentown. Otros beisbolistas
también comienzan a integrarse a ligas extranjeras, especialmente de Puerto
Rico y Venezuela, en tanto que jugadores estelares de Cuba y Puerto Rico vienen
a participar en los campeonatos nacionales. La cantidad, calidad y alto costo
de los importados (sobre todo de Cuba) para la serie nacional del 29, hace que
la misma sea recordada como el “campeonato de lujo”.
Hasta el 1936 no se realiza otra serie nacional. Su
re-implementación viene de la mano de la tiranía de Trujillo, quien
instrumentalizó esta actividad deportiva para sus fines de manipulación, poder
y glorificación personal. Por eso no escatima recursos para traer en el 1937 a
parte de los mejores jugadores de la liga negra de los Estados Unidos de
entonces. La inversión de dinero fue tanta que el país tuvo que quedarse sin
pelota profesional por 14 años.
En los años cincuenta, a la par que se reestablecen y
refuerzan los campeonatos nacionales, debutan los primeros dominicanos en las
grandes ligas estadounidenses. Osvaldo Virgil inaugura en 1956 una tradición
que no hace más que fortalecerse y enriquecerse con el paso del tiempo. Junto a
él, Felipe y Mateo Rojas Alou, Juan Marichal, Julián Javier, Ruddy Hernández y
Guayubín Olivo integran el grupo de pioneros nacionales que ayudan a abrir un
espacio para los criollos en el béisbol profesional norteamericano.
Hoy día más de 385 jugadores dominicanos han
participado en las grandes ligas. Uno de ellos, Juan Marichal, ha entrado de
pleno derecho al Salón de la Fama de Cooperstown, otros dos –Felipe Rojas Alou
y Tony Peña– han llegado a dirigir equipos, y muchos otros han obtenido premios
y reconocimiento por su excelente desempeño. No puede ser accidente que el
pelotero profesional que haya obtenido el contrato más lucrativo de la historia
de las ligas mayores sea hijo de dominicanos emigrados a los Estados Unidos.
La exportación de peloteros, la importación de
jugadores extranjeros y los triunfos de la selección nacional en la Serie del
Caribe, donde el país tiene la mayor cantidad de victorias (15), demuestra el
nivel y la calidad del béisbol profesional que se juega en República Dominicana.
Béisbol en R.D: el deporte rey
Al igual que las otras Antillas españolas y que las zonas costeras de los países hispanos continentales que comparten la cuenca del Caribe, República Dominicana hizo suyo un deporte que hoy habla tanto de la dominicanidad como su bandera de cuartos encarnados y azules o su merengue.
Juan Marichal, Felipe Rojas Alou, Sammy Sosa, Manny
Ramírez, David Ortiz e incluso Alex Rodríguez, constituyen el símbolo más
llamativo de lo que ha sido el devenir histórico, político y económico de una
nación que se asumió así misma de manera definitiva luego de un largo proceso
independentista que culminó, en opinión de algunos entendidos, en 1873, cuando
fueron dominadas al menos formalmente las fuerzas anexionistas que se debatían
en su seno. Es, en efecto, unido de manera inextricable a los procesos socio-económicos
y políticos que incidieron en la vida del pueblo dominicano desde la última
década del siglo XIX, que se instaura y se desarrolla este deporte, hoy reflejo
de las vicisitudes, dolores y esperanzas de los que han vivido en la parte
oriental de la isla La Española.
Su carácter importado de los Estados Unidos dice
mucho; bien sea que se crea que fue traído por inmigrantes cubanos que trataban
de escapar de la guerra independentista de Cuba, o bien que se dé mayor
credibilidad a la versión que afirma que quienes primero jugaron béisbol en el
país fueron empresarios estadounidenses ligados a una incipiente industria
cervecera instalada en Santo Domingo. Lo más probable es que se hayan conjugado
ambos fenómenos junto con otros acontecimientos no documentados. Qué sucedió
primero no importa tanto como el sentido que trasluce su introducción y
acogimiento en el país: en primer lugar, la nueva esfera geopolítica que ha
venido dominando la escena local y caribeña por más de un siglo; y, en segundo
término, un cierto deseo de dejar atrás la herencia hispana, que representaba
lo colonial, el pasado, para mirar a lo que desde ya significaba lo moderno por
antonomasia, la fuerza que se desboca hacia delante, los Estados Unidos de
Norteamérica del siglo XX.
Efervescencia pelotera
“A real substitute for the excitement of revolutions”
Se sabe con precisión que el 17 de junio de 1898 se
fundó en la ciudad de Santo Domingo el Base-Ball Club, el cual tuvo como
presidente honorario al administrador de la Cervecería, William Orr. Así como
que pronto empezó a expandirse a otros poblados –de hecho otras tres
comunidades, Santiago, San Pedro de Macorís y La Vega, se disputan la primacía
del juego de béisbol organizado en el país. El caso es que desde el inicio se
hizo muy popular, habilitándose solo en la capital, en el período que va desde
el 1894 al 1910, al menos dos espacios de importancia para su práctica; estos
son los terrenos denominados “la Sabana del Estado”, en las afueras, y la Plaza
Colombina en la ciudad intramuros. Posteriormente, en el segundo decenio del
siglo XX, se sumaron otros: el llamado “Patio de los Báez”, conjunto de solares
ubicados entre las calles Padre Billini y Arzobispo Portes; El Gimnasio Escolar
(1911); y el Licey Park, en Villa Francisca, inaugurado el 4 de octubre de
1914.
El primer equipo de cuya existencia se tiene registro
es el Ozama. Para enfrentarse a éste es que se crea el Licey (7 de noviembre de
1907), hasta la fecha el conjunto de mayor tradición y empuje en la historia
del béisbol dominicano. Es la época de auge de la industria azucarera y su
capital foráneo; la de la negociación del pago de los inmensos empréstitos
internacionales que estaban siendo reclamados por los acuciantes acreedores
estadounidenses; la de la consiguiente expropiación de las aduanas nacionales;
y la de la alta inestabilidad política con los gobiernos que se suceden sin
control y las revueltas montoneras. Quizá como consecuencia y en parte cauce de
toda esa agitación, cada vez prende más en el pueblo este deporte, surgiendo
otros muchos grupos en todo el país. Aunque por lo general de vida efímera, se
pueden mencionar los siguientes equipos: En Santo Domingo, Casino, Santo
Domingo, Receptoría, Gimnasio Escolar (apenas duró un año), Nuevo Club (1911),
el equipo de la Escuela de Agricultura, el de la Escuela Normal, los de los
planteles educativos Trinitaria y Duarte, San Carlos, Columbia y Patria,
Legalista (1914) y Herold (1914); en Santiago, Yaque y el Inoa (1912); Unión de
Azua (1910); Macorís, de San Pedro de Macorís (1910).
En este momento histórico tan caldeado se realizan los
primeros campeonatos nacionales (1911); se contrata por primera vez jugadores
extranjeros para reforzar los equipos locales (en 1912, el Licey importa
jugadores cubanos en el curso del campeonato nacional de ese año); se celebra
en suelo dominicano la primera serie internacional, enfrentándose un combinado
nacional (“Escogido Dominicano”) con el equipo Ponce de Puerto Rico; y hasta se
publica una revista ilustrada dedicada exclusivamente al acontecer del béisbol,
titulada La Pelota y dirigida por Luis Eduardo Betances
(1913). Partidos, series y campeonatos nacionales y locales con masiva
concurrencia y amenizados con música, alegres celebraciones de los fanáticos
por la victoria de sus equipos, y la inclusión de la disciplina en los juegos
olímpicos nacionales aun cuando no formara parte de los Juegos Olímpicos
Mundiales (1915), denotan la efervescencia que tenía ese juego en el espíritu
dominicano.
Que los políticos de la época estaban conscientes de
ello es claro. En la inauguración del Licey Park, la primera bola es lanzada
por el entonces presidente de la República, Dr. Ramón Báez (1914). En el 1913,
el vicecónsul de los Estados Unidos en el país, Mr. Bohr, funge como árbitro en
un partido entre Nuevo Club y Licey. Ese mismo año, el ministro norteamericano
designado en la República Dominicana refiere al Secretario del Departamento de
Estado de los Estados Unidos, entre otras cosas, que no se podía minimizar la
importancia que la popularidad del béisbol estaba teniendo en el país, ya que
de manera indudable podía ser “ a real substitute for the excitement of
revolutions ”, un verdadero substituto para la excitación de las
revoluciones (Naboth's Vineyard, Sumner Welles, Vol.II, p.722, Savile Books,
1966).
Pelota e Intervención Norteamericana
Desde muy temprano los dominicanos vieron en el campo de juego el escenario para librar y ganar las batallas que en la vida cotidiana parecían perder constantemente. Durante la intervención estadounidense (1916-1924), además del frente semi-anárquico que opusieron los gavilleros en las montañas, o el que cívicamente formularon los intelectuales de las principales ciudades para dar constancia de su sentida protesta, el béisbol se convirtió en el medio con que la población llana compensaba mínimamente sus frustraciones ante el invasor extranjero. Los partidos entre equipos dominicanos y novenas formadas por los marines y militares de la patria de Abraham Lincoln eran verdaderas gestas patrióticas en las que se “peleaba” la dignidad nacional. De ahí que se formaran fuertes equipos locales, uno de los cuales, “El Escogido” (1921), fue fruto de una triple alianza entre los conjuntos Delco Light, Los Muchachos y San Carlos. La prensa reseñaba por todo lo alto cada partido ganado por los equipos criollos, que fueron mayoría. Luego de una connotada victoria del Licey frente a un ‘team' de los marines, una crónica periodística decía: “Los teams U.S.M.C. no ganarán aquí ni un solo desafío beisbolero porque son sencillamente inferiores a los nuestros. La cultura física de nuestros mal alimentados chiquillos es superior a la de los blancos coloradotes y rollizos”.
Desde muy temprano los dominicanos vieron en el campo de juego el escenario para librar y ganar las batallas que en la vida cotidiana parecían perder constantemente. Durante la intervención estadounidense (1916-1924), además del frente semi-anárquico que opusieron los gavilleros en las montañas, o el que cívicamente formularon los intelectuales de las principales ciudades para dar constancia de su sentida protesta, el béisbol se convirtió en el medio con que la población llana compensaba mínimamente sus frustraciones ante el invasor extranjero. Los partidos entre equipos dominicanos y novenas formadas por los marines y militares de la patria de Abraham Lincoln eran verdaderas gestas patrióticas en las que se “peleaba” la dignidad nacional. De ahí que se formaran fuertes equipos locales, uno de los cuales, “El Escogido” (1921), fue fruto de una triple alianza entre los conjuntos Delco Light, Los Muchachos y San Carlos. La prensa reseñaba por todo lo alto cada partido ganado por los equipos criollos, que fueron mayoría. Luego de una connotada victoria del Licey frente a un ‘team' de los marines, una crónica periodística decía: “Los teams U.S.M.C. no ganarán aquí ni un solo desafío beisbolero porque son sencillamente inferiores a los nuestros. La cultura física de nuestros mal alimentados chiquillos es superior a la de los blancos coloradotes y rollizos”.
Ya mucho antes de la intervención, se habían realizado
partidos entre equipos locales y conjuntos de buques americanos que atracaban
en las costas del país. Fue precisamente en uno de ellos, realizado el 20 de
septiembre de 1914 entre el Nuevo Club y los marinos del acorazado Washington,
que el pelotero dominicano Indio Bravo (Enrique Hernández) lanzó el primer
juego sin hit en la historia del béisbol criollo, ponchando a 21 jugadores y
dejando sólo que uno, por error, llegara a primera.
Internacionalización del béisbol
criollo
La valía de los jugadores dominicanos tuvo que ser pronto reconocida. En 1922, sale por primera vez un equipo nacional a jugar al extranjero. Es el Licey que, reforzado con jugadores de otros equipos y bajo el nombre de “Estrellas Dominicanas”, va a jugar a Puerto Rico y allí gana 6 de 11 encuentros. Debido a su brillante juego, peloteros comienzan entonces a ser contratados por equipos de países vecinos un año después. El primero es el lanzador del Licey Baldomero Ureña (Mero), quien es firmado por el equipo Ponce, de Puerto Rico. Le siguen inmediatamente varios más, también contratados para jugar en Puerto Rico: Ninín, Ernesto Sánchez, Mateo de la Rosa, Guagua Vargas, Fellito Guerra y el famoso Tetelo Vargas. Este último apenas tenía 17 años de edad y fue contratado por el Humacao Starts. Vale agregar que en 1925, Baldomero Ureña (Mero) obtiene otra primacía al convertirse en el primer dominicano que es llamado a jugar para un equipo norteamericano, el Allentown.
La valía de los jugadores dominicanos tuvo que ser pronto reconocida. En 1922, sale por primera vez un equipo nacional a jugar al extranjero. Es el Licey que, reforzado con jugadores de otros equipos y bajo el nombre de “Estrellas Dominicanas”, va a jugar a Puerto Rico y allí gana 6 de 11 encuentros. Debido a su brillante juego, peloteros comienzan entonces a ser contratados por equipos de países vecinos un año después. El primero es el lanzador del Licey Baldomero Ureña (Mero), quien es firmado por el equipo Ponce, de Puerto Rico. Le siguen inmediatamente varios más, también contratados para jugar en Puerto Rico: Ninín, Ernesto Sánchez, Mateo de la Rosa, Guagua Vargas, Fellito Guerra y el famoso Tetelo Vargas. Este último apenas tenía 17 años de edad y fue contratado por el Humacao Starts. Vale agregar que en 1925, Baldomero Ureña (Mero) obtiene otra primacía al convertirse en el primer dominicano que es llamado a jugar para un equipo norteamericano, el Allentown.
En los años inmediatos se intensifica la participación
de los jugadores nacionales en ligas foráneas, así como la de beisbolistas
extranjeros en las locales. El campeonato nacional del 29 es especialmente
recordado como el “campeonato de lujo”, por la enorme cantidad de peloteros
importados (de Cuba y de Puerto Rico) a quienes se les pagaba con sueldos
altísimos. La participación de los dominicanos fue mínima, llegándose a decir
del Escogido, por ejemplo, que “era un equipo cubano reforzado con el
maravilloso Tetelo Vargas”. El gasto fue tan extremo para la economía del país
que durante los siguientes siete años, es decir, hasta el 36, no volvieron a
celebrarse las series nacionales, por lo que muchos de los que entonces eran
jugadores profesionales tuvieron que irse a Venezuela, Puerto Rico y Estados
Unidos. En esa última temporada de los años 20 se batieron los equipos del
Licey, Escogido y Sandino (surgido en 1928) de Santiago, al que la prensa
capitaleña llamaba “las Águilas Cibaeñas”.
Trujillo y la pelota
El primer período de la dictadura Trujillista fue muy pobre para el béisbol profesional. La resaca económica del campeonato de lujo del 29 y el Ciclón San Zenón que destrozó al país y con él a los estadios de béisbol de la capital (los del Gimnasio Escolar y el del hipódromo La Primavera) afectaron el desempeño de los equipos. Aun así, Trujillo sumó inmediatamente esta actividad deportiva a sus herramientas de poder, manipulación y glorificación personal tanto a nivel local como internacional.
El primer período de la dictadura Trujillista fue muy pobre para el béisbol profesional. La resaca económica del campeonato de lujo del 29 y el Ciclón San Zenón que destrozó al país y con él a los estadios de béisbol de la capital (los del Gimnasio Escolar y el del hipódromo La Primavera) afectaron el desempeño de los equipos. Aun así, Trujillo sumó inmediatamente esta actividad deportiva a sus herramientas de poder, manipulación y glorificación personal tanto a nivel local como internacional.
En este sentido, una de sus primeras medidas fue la
formación del equipo General Trujillo, el cual inició en 1931una gira por
Latinoamérica. Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Nicaragua y México
fueron los países visitados en un periplo que tuvo que extenderse más de la
cuenta, debido a que a causa de una estafa el grupo se quedó sin dinero para
regresar cuando lo tenía previsto. Dos de los jugadores (llamados Ninín y
Titico) debieron trabajar en Cartagena para costear los pasajes.
Todos los campeonatos nacionales que se celebraron en
el curso de la tiranía fueron titulados con alguna referencia directa a
Trujillo y a su familia. De esta suerte tenemos que al del 1936, con el que se
reestablece la serie, se llamó “Certamen Mayor Trujillo” (disputaba la Copa
Julia Molina); al del 1937, “Reelección Presidente Trujillo”; “Campeonato Era
de Trujillo” (1951); “Pro Elección del General Héctor B. Trujillo Molina”
(1952); “Leonidas Radhamés” (1953); “Campeonato Benefactor” (1954); “Campeonato
Padre de la Patria” (1955-1956); “Campeonato Reelección Presidente Trujillo”
(1956-1957); Campeonato Leonidas Radhamés” (1957-1958); “Campeonato 24 de Octubre”,
Trujillo nació el 24 de octubre de 1891, (1959-1960).
Campeonato del 37
Famoso fue el campeonato nacional de 1937 por la cantidad y calidad de jugadores extranjeros contratados y la cantidad de dinero erogado para costearlo. Dado que la corona de la temporada anterior (1936) había quedado con el equipo de las Estrellas Orientales de San Pedro de Macorís, Trujillo unificó los equipos de la capital y creó los “Dragones de Ciudad Trujillo” (4 de marzo de 1937), a los que se ocupó de dotar de los mejores refuerzos extranjeros que podía conseguir.
Famoso fue el campeonato nacional de 1937 por la cantidad y calidad de jugadores extranjeros contratados y la cantidad de dinero erogado para costearlo. Dado que la corona de la temporada anterior (1936) había quedado con el equipo de las Estrellas Orientales de San Pedro de Macorís, Trujillo unificó los equipos de la capital y creó los “Dragones de Ciudad Trujillo” (4 de marzo de 1937), a los que se ocupó de dotar de los mejores refuerzos extranjeros que podía conseguir.
La consigna era vencer a como diera lugar y por eso no
reparó en gastos. Este y los otros contrincantes se nutrieron de jugadores
estelares de la liga negra de Estados Unidos y de cubanos, entre los que cabe
destacar a Statchel Paige, George Scales, Martín Dihigo, Clyde Spearman, David
Thomas, Lázaro Salazar, Santos Amaro, Cocaína García, Ramón Bragaña, William
Perkins, Silvio García, Rodolfo Fernández, Chester Brewer, Ernest Carter, Josh
Gibson, Harry Williams, Leroy Madlock, James Bell, Sammy Bankhead y Eustaquio
Gutiérrez (árbitro cubano).
El salario promedio de estos jugadores importados era
de $150 pesos mensuales –los dominicanos solo obtenían 24 pesos al mes-, pero
se llegó a pagar mucho más. Por Martín Dihigo y Josh Gibson se pagó $2,500
pesos para cinco semanas de juego, a dos partidos por semana; mientras que ocho
jugadores significaron a Dragones Ciudad Trujillo la suma de $30 mil dólares.
Como bien señala el Dr. en Historia Joseph Arbena, una de las consecuencias que
tuvo este tipo de medidas tomadas e incentivadas por la Dictadura fue la de
convertir a la República Dominicana, antes que a ningún otro país (incluyendo
los Estado Unidos), en el lugar en donde se reunían y jugaban juntos
beisbolistas que en sus países estaban separados -blancos, negros, mulatos,
mestizos, cubanos, mejicanos, puertorriqueños, norteamericanos.
La búsqueda de beisbolistas para el campeonato del 37
ocasionó un escándalo en Estados Unidos y un ‘impasse' diplomático entre los
dos países: En virtud de que los sueldos ofrecidos eran más elevados que lo que
se estilaba en la vecina nación, los peloteros no dudaron mucho en aceptar, lo
cual hizo que los dirigentes de los Pittsburg Crawfords y Homestead Grays
acusaran a un agente dominicano y al cónsul dominicano que lo acompañaba de
intento de robo de sus jugadores, poniéndolos a ambos en prisión. El Gobierno y
la Cancillería dominicana debieron intervenir; consiguieron su libertad luego
del pago de 500 dólares de fianza.
Por su lado, los jugadores norteamericanos que se
decidieron a venir a la República Dominicana fueron expulsados de la Liga Negra
de Béisbol por haber abandonado sus equipos. Statchel Paige, uno de los
expulsados, creó su propio conjunto al que llamó Trujillo All-Starts, logrando
ganar en el torneo Denver Post.
A despecho de los jugadores que tuvo a su disposición,
no fue sin mucha dificultad que Dragones de Ciudad Trujillo consiguió hacerse
con la victoria; la directiva del equipo hizo venir desde Haití a un sacerdote
vudú para que lo "ayudara" a obtener la victoria.
Béisbol Amateur durante la Dictadura
Fue enorme la inversión de recursos económicos en el campeonato del 37, y otra vez tuvo el país que quedarse sin pelota profesional. Por 14 años, hasta el 1951. De ahí que el período subsiguiente se caracterizara por el fortalecimiento del béisbol amateur. Se calcula que en el año 1944, entre sábado y domingo, se verificaban en la capital más de 15 partidos, con una participación de alrededor de 30 equipos y más de 350 peloteros. Además, se inauguraron dos nuevos espacios para la celebración de los encuentros, el Molinuelo Park (1943) y el Hipódromo Perla Antillana, que incluía un ‘play' (1944). Toda esta actividad dio lugar a que en 1948 República Dominicana ganara el campeonato mundial de béisbol amateur, celebrado en Colombia.
Fue enorme la inversión de recursos económicos en el campeonato del 37, y otra vez tuvo el país que quedarse sin pelota profesional. Por 14 años, hasta el 1951. De ahí que el período subsiguiente se caracterizara por el fortalecimiento del béisbol amateur. Se calcula que en el año 1944, entre sábado y domingo, se verificaban en la capital más de 15 partidos, con una participación de alrededor de 30 equipos y más de 350 peloteros. Además, se inauguraron dos nuevos espacios para la celebración de los encuentros, el Molinuelo Park (1943) y el Hipódromo Perla Antillana, que incluía un ‘play' (1944). Toda esta actividad dio lugar a que en 1948 República Dominicana ganara el campeonato mundial de béisbol amateur, celebrado en Colombia.
Los integrantes de uno de esos equipos de Santiago
fallecieron en lo que se considera la tragedia más grande que ha sufrido el
deporte dominicano. Volvían a su ciudad en avión luego de celebrar dos partidos
en la ciudad de Barahona. El aparato se precipitó debido al mal tiempo.
Murieron 32 pasajeros y, entre ellos, 18 jugadores.
El letargo en cuanto a la práctica profesional no fue
impedimento para que nuestros mejores jugadores siguieran destacándose en el
exterior, y para que continuaran las visitas al país por parte de jugadores y
equipos extranjeros. De hecho, el 29 de febrero de 1948 arribaron a Santo
Domingo los equipos Dodgers de Brooklin y Reales de Montreal a fin de realizar
entrenamientos de primavera. Con ellos vino la estrella Jackie Robinson, quien
dos años antes había conseguido pasar a las grandes ligas, primer hombre negro
en conseguirlo.
Academias
Hoy en día, República Dominicana está sembrada de campos o academias de entrenamientos que mantienen los principales equipos de grandes ligas norteamericanos, entre ellos, los Yanquis, los Bravos de Atlanta, los Dodgers de los Ángeles, los Reales de Kansas y el Hiroshima Toyo Carp, de la liga japonesa. La última gran inversión, el Baseball City, constituye el más ambicioso complejo para el desarrollo de jugadores en toda América Latina. Con una inversión incial de 100 millones de pesos dominicanos, algo más de 2 millones de dólares, agrupa las academias de cuatro equipos de las mayores, los Cachorros de Chicago, Minnesota, Cincinnati y Arizona.
Hoy en día, República Dominicana está sembrada de campos o academias de entrenamientos que mantienen los principales equipos de grandes ligas norteamericanos, entre ellos, los Yanquis, los Bravos de Atlanta, los Dodgers de los Ángeles, los Reales de Kansas y el Hiroshima Toyo Carp, de la liga japonesa. La última gran inversión, el Baseball City, constituye el más ambicioso complejo para el desarrollo de jugadores en toda América Latina. Con una inversión incial de 100 millones de pesos dominicanos, algo más de 2 millones de dólares, agrupa las academias de cuatro equipos de las mayores, los Cachorros de Chicago, Minnesota, Cincinnati y Arizona.
De esta suerte, República Dominicana se ha convertido
en el principal lugar de entrenamiento de béisbol fuera de los Estados Unidos.
Jóvenes jugadores dominicanos, estadounidenses, mexicanos, panameños, venezolanos
y puertorriqueños vienen a prepararse y a competir en la Dominican
Summer League , mediante la cual se eligen los novatos que viajarán a
los Estados Unidos para su posible incursión en una de las ligas
norteamericanas.
De acuerdo a un estudio publicado a mediados del 2003
por la Oficina del Comisionado de la Liga Mayor de Béisbol de los Estados
Unidos, y cuya única sucursal en todo el mundo se encuentra en la República
Dominicana, las grandes ligas reportan a este país más de 76 millones de dólares
anuales, generando unos 1,200 empleos directos y otros 900 de manera indirecta.
Este dinero entra al país por diferentes vías: pago de bonos a nuevos
jugadores, operación de las academias, salarios de los jugadores dominicanos en
las grandes ligas (de los que al menos un 20% ingresa a la economía nacional),
salarios de los jugadores de las ligas menores, la Dominican Summer
League , los viajes de observación a la República Dominicana y las
donaciones y apoyos dados a organismos gubernamentales.
Texto extraído de:
Béisbol en República Dominicana: Crónica de una pasión, Orlando Inoa y Héctor J. Cruz, Verizon, 2004.
Liga dominicana de béisbol profesional
Periódicos varios
Béisbol en República Dominicana: Crónica de una pasión, Orlando Inoa y Héctor J. Cruz, Verizon, 2004.
Liga dominicana de béisbol profesional
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